
27 de julio de 2009, Roma - Cada año los incendios afectan a una superficie de unos 350 millones de hectáreas, con daños a la propiedad, medios de subsistencia y con frecuencia, pérdida de vidas humanas. Los incendios forestales no controlados contribuyen además al calentamiento global, la contaminación del aire, la desertificación y la pérdida de biodiversidad.
La prevención es una de las medidas más eficaces, y una vigilancia eficaz puede ayudar en las alertas tempranas, la toma de decisiones para intervenir y para medir el impacto del fuego.
Los países en desarrollo son a menudo los más vulnerables al impacto destructor del fuego, con su secuela de pérdida de vidas humanas y de propiedades, y la destrucción de recursos naturales.
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