miércoles, 18 de noviembre de 2015

PERDIDAS DE LOS ANIMALES POR LOS INCENDIOS FORESTALES



Si bien las causas inmediatas que dan lugar a los incendios forestales pueden ser muy variadas, en todos ellos se dan los mismos presupuestos, esto es, la existencia de grandes masas de vegetación en concurrencia con periodos más o menos prolongados de sequía.
El calor solar provoca deshidratación en las plantas, que recuperan el agua perdida del sustrato. No obstante, cuando la humedad del terreno desciende a un nivel inferior al 30 % las plantas son incapaces de obtener agua del suelo, con lo que se van secando poco a poco. Este proceso provoca la emisión a la atmósfera de etileno, un compuesto químico presente en la vegetación y altamente combustible. Tiene lugar entonces un doble fenómeno: tanto las plantas como el aire que las rodea se vuelven fácilmente inflamables, con lo que el riesgo de incendio se multiplica. Y si a estas condiciones se suma la existencia de períodos de altas temperaturas y vientos fuertes o moderados, la posibilidad de que una simple chispa provoque un incendio se vuelven significativa.
Por otro lado, al margen de que las condiciones físicas sean más o menos favorecedoras de un incendio, hay que destacar que en la gran mayoría de los casos no son causas naturales las que provocan el fuego, sino la acción humana, ya sea de manera intencionada o no.
Las causas que originan un incendio forestal se agrupan pues en tres categorías principales:1













La biodiversidad de la zona incendiada sufre cambios en su estructura y composición.
La fauna del lugar con menor movilidad padece el mayor impacto en un primer momento. El resto de especies que ha sobrevivido refugiada en la zona, o que ha conseguido huir y regresa, se enfrenta a un proceso de regeneración muy difícil: las condiciones extremas posteriores provocan graves daños en el ecosistema y la cadena trófica. Las especies que escapan y se asientan en otras zonas alteran el equilibrio de su nuevo hogar.
En la actualidad, entre un 80% y un 90% son causados por el ser humano
Las especies vegetales de tipo leñoso son sustituidas por otras que colonizan este hábitat. Las especies animales propias de estas zonas boscosas dejan paso a otras adaptadas a espacios más abiertos. El tipo de bosque generado tras un incendio (sobre todo matorrales) es idóneo para aves como el escribano hortelano.
Además de perder parte de su hábitat, los bosques fragmentados por los incendios generan problemas de conectividad. Los seres vivos ven peligrar su reserva genética viable y su supervivencia a largo plazo.
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La biodiversidad de la zona incendiada sufre cambios en su estructura y composición.
La fauna del lugar con menor movilidad padece el mayor impacto en un primer momento. El resto de especies que ha sobrevivido refugiada en la zona, o que ha conseguido huir y regresa, se enfrenta a un proceso de regeneración muy difícil: las condiciones extremas posteriores provocan graves daños en el ecosistema y la cadena trófica. Las especies que escapan y se asientan en otras zonas alteran el equilibrio de su nuevo hogar.
En la actualidad, entre un 80% y un 90% son causados por el ser humano
Las especies vegetales de tipo leñoso son sustituidas por otras que colonizan este hábitat. Las especies animales propias de estas zonas boscosas dejan paso a otras adaptadas a espacios más abiertos. El tipo de bosque generado tras un incendio (sobre todo matorrales) es idóneo para aves como el escribano hortelano.
Además de perder parte de su hábitat, los bosques fragmentados por los incendios generan problemas de conectividad. Los seres vivos ven peligrar su reserva genética viable y su supervivencia a largo plazo.
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La biodiversidad de la zona incendiada sufre cambios en su estructura y composición.
La fauna del lugar con menor movilidad padece el mayor impacto en un primer momento. El resto de especies que ha sobrevivido refugiada en la zona, o que ha conseguido huir y regresa, se enfrenta a un proceso de regeneración muy difícil: las condiciones extremas posteriores provocan graves daños en el ecosistema y la cadena trófica. Las especies que escapan y se asientan en otras zonas alteran el equilibrio de su nuevo hogar.
En la actualidad, entre un 80% y un 90% son causados por el ser humano
Las especies vegetales de tipo leñoso son sustituidas por otras que colonizan este hábitat. Las especies animales propias de estas zonas boscosas dejan paso a otras adaptadas a espacios más abiertos. El tipo de bosque generado tras un incendio (sobre todo matorrales) es idóneo para aves como el escribano hortelano.
Además de perder parte de su hábitat, los bosques fragmentados por los incendios generan problemas de conectividad. Los seres vivos ven peligrar su reserva genética viable y su supervivencia a largo plazo.
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La fauna del lugar con menor movilidad padece el mayor impacto en un primer momento. El resto de especies que ha sobrevivido refugiada en la zona, o que ha conseguido huir y regresa, se enfrenta a un proceso de regeneración muy difícil: las condiciones extremas posteriores provocan graves daños en el ecosistema y la cadena trófica. Las especies que escapan y se asientan en otras zonas alteran el equilibrio de su nuevo hogar.
En la actualidad, entre un 80% y un 90% son causados por el ser humano
Las especies vegetales de tipo leñoso son sustituidas por otras que colonizan este hábitat. Las especies animales propias de estas zonas boscosas dejan paso a otras adaptadas a espacios más abiertos. El tipo de bosque generado tras un incendio (sobre todo matorrales) es idóneo para aves como el escribano hortelano.
Además de perder parte de su hábitat, los bosques fragmentados por los incendios generan problemas de conectividad. Los seres vivos ven peligrar su reserva genética viable y su supervivencia a largo plazo.
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